Una historia real de pasión clandestina, ingeniería casera y un final digno de telenovela: cuando el “trabajo fino” de un albañil fue descubierto por donde menos lo esperaba.
En México, tierra de mariachis, tacos y leyendas urbanas que parecen guionadas por los mejores directores de telenovelas lloronas, se escribió un nuevo capítulo en el manual de la infidelidad con alto grado de creatividad. Un albañil, enamorado hasta los huesos (o hasta la pala), decidió construir un túnel subterráneo para visitar a su amante sin ser visto. Sí, como si fuera un Pablo Escobar versión romántica.
El hombre, con más horas de picota y pala que de sentido común, dedicó semanas a excavar desde su propia casa un túnel hasta la vivienda de su amada como si ella fuera el mayor tesoro de un banco. Dicen que el amor no conoce barreras, pero él se tomó la frase demasiado literal, muy literal. Cada metro de tierra removido era una declaración de intenciones, un poema en forma de polvo y escombro, claro mucho polvo antes, durante y después.
Pero como en toda buena tragicomedia, el destino —o mejor dicho, el marido cornudo— jugó su papel. Un sonido sospechoso bajo el sofá levantó las alarmas. Tras investigar, el esposo de la mujer descubrió la boca del túnel en pleno salón. Imagina su cara al ver salir del subsuelo, sudoroso y orgulloso, al albañil clandestino duro por comer del plato y la mano llena de callos, claro de tanto usar la picota.
El desenlace fue tan predecible como glorioso: confrontación, gritos, algunos empujones y, por supuesto, la viralización de la historia. La policía, aunque sorprendida por la “obra de ingeniería sentimental” al mas puro estílo de una teleserie mexicana, no pudo más que intervenir por alteración al orden público… y porque la risa ya era imparable.
Lo irónico es que, a pesar de su destreza con cemento y ladrillo, el albañil olvidó el más básico principio de la construcción: siempre tener una salida de emergencia.
Este suceso, que parece sacado de una comedia de enredos, es también una metáfora perfecta de cómo la pasión ciega puede acabar convirtiéndose en un agujero… literal y figurado.